Fue muy raro el conversar con él como si en verdad fuéramos un par de extraños, con tanta coordialidad y entonación política, como si nunca nos hubiéramos revolcado en la cama, con la educación que lo hace un funcionario público, como si jamás hubiéramos intimado.
Fue bizarro, lo fue, pero no me incomodó. Tampoco esperaba que me coqueteara, eso sí no está permitido, sin embargo, al despedirnos, me besó en la mejilla como buenos compañeros de trabajo, después me abrazó como recordando viejos y buenos tiempos y me volvió a dar un fuerte beso en la mejilla, como reconociendo que el pasado lo tenía presente.
A veces siento que gran parte de mi vida es bizarra.
1 comentario:
Hola!
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