Después, al terminar, me invadieron unas ganas de hacérselo saber, sólo para limpiar la herida antes de cerrar, eso fue lo que sucedió. Me sentí tan bien que no me importaba si me respondía, al contrario, preferiría no recibir respuesta de él, con sólo que la leyera me era más que suficiente, así que, como he aprendido recientemente, le pedí al universo que no me respondiera con un e-mail, que en caso de recibirlo no leerlo. Lo pedí una y otra vez, no quiero que me responda, no, no y no.
El universo es sabio y sabe su trabajo, en efecto, no me respondió con un e-mail, tal como se lo había solicitado, el universo hizo su chamba, mi error fue no haber sido más específica, diciéndole que no quería una respuesta por ningún medio porque eso fue lo que sucedió.
Ayer, mientras estaba a la hora de mi comida, que por cierto moría de hambre y no iba ni a la mitad, que veo que alguien me manda un mensaje, al abrir la lista veo que el nombre del nuevo mensaje era de Elías, me paralicé, sentí un vuelco dentro de mi al mismo tiempo cómo me cambiaba de temperatura la sangre, lo abrí y la conversación fue muy cortés y puntual. Dice que me leyó y que también que quería dar las gracias por haber aprendido de mi, dice que uno aprende a pesar de ser cabezón. Expresó algunos buenos deseos envueltos de misticismo, sí, porque ahora él es el místico. Me pidió perdón por el daño que sabe que me causó y que ello nunca fue su intención. Yo también le pedí perdón por mis errores de comportamiento como un recurso de querer su atención. Ambos nos otorgamos el perdón. Me deseó equilibrio, paz, amor y armonía. En realidad es otra persona y me da gusto haber sido yo quien compartió parte de su vida aunque por un momento me hubiera gustado que esta etapa de su vida lo hubiera compartido conmigo.
En realidad todo fue para bien. Esta herida ha cerrado y el círculo no lo alcanzo a ver bien si ya cicatrizó por completo. Ya no duele y espero que mi mandíbula tampoco.
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