Hoy es viernes por la mañana, hace un año estábamos haciendo las últimas compras gastronómicas en Oaxaca (claro, ¿qué más podría ser?), llenando la cajuela del carrito viajero (porque ya traía ropa, manteles artesanías de barro y alebrijes) con mezcal, chocolate, tlayudas, quesos, moles y eso sí, también el ingrediente principal que nos hizo regresar bien enchorizadas.
Terminamos las compras después del mediodía para nuestro siguiente destino (que nunca sucedió): T_ _ _ _ _ _ _ _ _? (nenita por favor ayúdame, ya sabes que no se me da recordar nombres propios de origen mesoamericano), Verazcruz, después de haber cambiado la ruta de viaje. Inocentemente entrábamos a la dimensión desconocida, donde el espacio y el tiempo parecía ser intransitable.
Al principio era reconfortante y ampliábamos nuestras visiones al ver todo lo que nuestros ojos jamás habían visto y que creían que no existía y mucho menos en el país. Los paisajes eran hermosos y de lo exótico, una universidad literalmente en el cerro, esto nos sorprendió.
Nadie nos advirtió, los guachos nos vieron y con la instrucción del vecino de Rbk de "no hacerles visión" ignorando por completo su presencia, no hicieron ni el mínimo intento de preguntar sobre nuestro viaje.
Las horas pasaban y nosotras subíamos sin llegar a ningún lado, las horas pasaban y llegamos a la cima para ver abajo las nubes (más bien, era neblina), pasaron las horas y bajábamos, la temperatura se sentía más fría, la vegetación había cambiado a una más exhuberante y gigantesca, al estilo Jurassic Park, se escuchaban cascadas, ya no se veían las vacas trepadas como en monte al lado de la carretera a una inclinación como de 70º (que parecían clavadas en maqueta), la carretera se hacía con curvas cada vez más pronunciadas, con hoyos inmensos y el peligro de caer y dañar la llanta y el rin, los sentidos se agudizaban, era mi deber como conductora seguir a salvo, la copilota tenía la responsabilidad de transmitir calma a la chofer, ni Polo Polo, ni Chischás ni las canciones más pegajosas funcionaban para reir, la tercera pasajera tenía la responsabilidad de registrar fotográficamente el lugar y momento.
El tiempo seguía pasando y no parecía haber fin. Los letreros nos indicaban que estábamos en EL BOSQUE MESÓFILO.
—¿"Bosque mesófilo"? ¡¿Qué es eso?!
Nos preguntábamos las tres viajeras al unísono.
Las deducciones no se dejaron esperar. Para algo había servido la escuela, de algo le había servido estudiar Letras y de algo me había servido estudiar Historia.
—Muy bien... prefijo meso: meso... meso... meso... Mesopotamia, mesoamérica... meso, centro, central.
—Meseta...
—¡No Betunia! ¡esa no aplica!
—A ver letrina, filo, sufijo de filo.
—Filo, filial, pues eso es de hijo.
Las combinaciones letriles no funcionaban, la lógica para describir lingüísticamente lo que la palabra mesófilo significaba no hacía clik. Las estupideces afloraban y eso era lo que necesitábamos, por lo menos nos relajamos por un rato.
Al terminar de atravesar el bosque mesófilo, sucedió algo de lo más ridículo: llegamos a una vil colonia.
Es una experiencia más que contar, seguramente de no haber atravesado esa dimensión desconocida moriríamos sin habernos cultivado de que en nuestro país existe una enorme área concentrada en zonas expecíficas de Oaxaca, Chiapas y Veracruz de bosque mesófilo. Quizás tampoco hubiéramos investigado nunca en google sobre este tipo de bosque. Tampoco pudimos haber entendido que en este bosque existe una de las mejores cosechas de café de Veracruz.
Lo que sí es que quizás con esta experiencia podíamos inspirar a la señorita O a la creación de su próxima obra o quizás para continuar con la serie de su primer éxito Instrucciones para caminar en un bosque, que para este segundo o tercer trabajo pudiera titularse Instrucciones para adentrarse en la dimensión desconocida del bosque mesófilo.
De ahora en adelante, podremos invitar al que engañaba, a la ardilla mesófila (por nebuloso, frío y curvuliento) y a cuanto personaje indeseable nos topáramos, a que vayamos de viaje y decirle "mira, te vas por ahí, sigues la carretera y cuando salgas, allá nos vemos", una forma muy sutil de mandarlos a chingar a su madre, o también cuando ya sea algo más fuerte decirles "¡te me vas mucho a la chingada, pero te me vas por el bosque mesófilo!".
viernes, marzo 20, 2009
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1 comentario:
Cierto!! no me acordaba de lo enchorizadas que veníamos ed aquel viaje!!
Tlacotalpan, Veracruz, nenita, Tlacotalpan... (ay qué bonito es Tlacotalpan, debemos ir!!)
Cierto, el café cosechado en el bosque mesófilo está delicioso!!
Cierto también que no tendríamos qué celerar el día de hoy, ni qupe contar sobre el bosque!! Porque es bueno tener a dónde mandar a un par de pares de muchos indeseables...
Feliz aniversario mesófilo!!
=D
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