Al segundo día de nuestro tan esperado encuentro, a sabiendas que yo misma me hacía llamar Polly, que a ambos nos gusta un tanto esa pelícua y que de alguna manera nos identificamos o con los personajes o las historias, me dice entre pláticas ahhh, entonces no porque tú no eres "mi novia Polly", sin mirarle a los ojos le respondo inmediata y mentalmente porque no me lo has pedido, pero mi voz enmudeció y sólo dijo no, pues no lo soy. Días después me confesó que esa respuesta le había parecido muy sangrona de mi parte sin embargo, después de haberlo pensado mejor, prefirió escuchar esa a la del pensamiento... quién sabe qué hubiera ocurrido, quizás lo que yo no quedría: acelerar las cosas.
Ahora sólo me recuerda con chantaje ese momento para que lo llene de besos.
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