Ayer recibí la llamada de mi papá en la tarde para preguntarme si podría yo acompañarlos esa noche a cenar. Si me preguntan pues yo respondo: mi respuesta fue lo siento, no puedo, ya hice un compromiso. Se me hizo inusual su invitación a cenar por lo que le pregunté a qué se debía y pues no me respondió, le digo que igual y la próxima semana.
Hace un par de minutos, pensando que en fechas decembrinas, los burócratas estamos ya cerrando escritorios, viendo pendientes, pagos, proyectos que deban concluir, los que ya no concluyeron, envío o recepción de papelería, etc. Por andar un poco dispersa por las cuestiones emocionales que me han estado sucediendo, ya no llevo la cuenta del calendario conmigo como regularmente lo soy, así que recodé que el próximo día 9 es la fecha límite para recibir los trabajos de los concursantes, cerrando la convocatoria ese día. Para ello, debo de recordar en qué día cae, cuántos días faltan para ello pero sobre todo a qué día estamos... doh!! Estúpida! Todo se me empezó a reacomodar en un instante y es que ahora entendí el por qué de la invitación a cenar inesperadamente el día de ayer... porque ayer fue su aniversario de bodas.
Y como diría Güicho, uno de los sicarios de Montemorelos... me agüito yo sola.
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... y es que como me dice Rebeca, lo hemos comentado y lo hemos aprendido juntas, uno necesita hablar para saber, no debemos esperar que la demás gente deba de saber nuestros pensamientos y sentimientos y de cómo actuar ante ello, debemos hablar para poder ser escuchados y que nos hablen para que también escuchados, pedir lo que se necesita en ese momento para uno poder saber y así decidir si tomar una acción o no al respecto, no debemos suponer nada, porque como dice J, los supuestos son pura basura que no sirven para nada. Sin embargo es a base de chingazos como aprende uno.
Ejemplos los hay todos los días, el querer aprenderlo ni siempre ni todos.
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