Hoy 18 de marzo se cumple un año de que la ciudad sufiera esos ventarrones...[...]

Fueron de las primeras noticias que escuché en la mañana de hoy y me acordé que hace un año, mientras el apocalipsis, como lo llamó mi vecino, azotaba a la ciudad, nosotras estábamos trepadas en un jacalito-restaurancito en Mitla comiendo un único y deliciosísimo mole oaxaqueño. Corcuera estaba haciendo las funciones de Pistachón Zig-Zag informándole a nuestra tercera tripulante, Betunia, sobre la catásfrote ventisca que padecía Monterrey. Nosotras sólo escuchábamos el canto de los pajaritos y el tortilleo de las doñitas que preparaban la comida en ese lugar. Nos pareció algo increíble por lo que Rbk y yo nos quisimos cerciorar de que así fuera, por lo que yo le llamé a mi vecino quien también estaba al cuidado de mi casa (hecha un desastre por cierto cuando llegué por culpa del espantoso viento que no presenciamos) y ella se estaría poniendo en contacto con mi suegra. Asimismo le llamé a mi hermana para preguntarle por mi hija doña Pelos quien estaba a su cuidado, le pregunté que si no estaba volando como Totó y me dijo que nel, que la había amarrado a la pata de la mesa para que no se la llevara el viento, pero no, la peluda estaba a salvo.

Hace ya un año que estábamos pasándolo de lo lindo en Oaxaca y seguramente ya mañana hace un año que compraría a Dh y, mientras yo estaba en una tienda comprando una bonita blusa para doña Martha, me estaría llegando un mensaje de ella diciendo, mamá de dh, dónde estás?

Dh, llegó a casa sin su lengua de llama, mismo que le daba esa única característica que lo convertía en dhh.

Ahora que recuerdo, no narré ese viaje y creo que sería bueno registrarlo para futuras referencias y aprovechando que esos recuerdos muy bonitos permanecen frescos. El viernes celebraremos el primer aniversario mesófilo.

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Ya han sido suficientes las señales para celebrar ese viaje tan divino...