Sentí halagador que hoy por la mañana, el cajero del banco, un veinteañero bonito, me coqueteara. Me reí para mi misma porque fue demasiado obvio. No me quitaba la mirada de encima y de vez en vez volteaba a "darme un vistazo" mientras sellaba el cheque y contaba el dinero, claro, regalándome una sonrisa coqueta. Es lógico, siempre me veré fabulosa recién arreglada y salidita de mi casa, porque después de media mañana aunque una no lo quiera va perdiendo el brillo (pero nunca el estilo... eso y la dignidad nunca se deben de perder). Quise seguirle el juego pero siempre joteo, me da riharta pena y muerdo rebozo. En cambio, yo sólo no le dejaba de sonreir. El niño estaba tan absorto que hasta se le olvidó que el cheque debió haber estado sellado y le tuve que decir, oye, creo que no firmé el cheque ¿es necesario, verdad? y reparando en ello quiso como no quere darle importancia. Su mirada era tan penetrante que ahora la mayorcita fue la que se volvió tímida. Al darme el dinero sólo me guiñó el ojo acompañado de una linda sonrisa. Seguía sin quitarme la vista mientras ahora era yo quien contaba el dinero. Le agradecí de nuevo mientras la mayorcita le devolvía una sonrisa coqueta. El cajerito bonito sólo me veía y sentí su mirada hasta que salí del banco.
Fue agradable empezar el día y la semana con este tipo de de ánimos.
lunes, marzo 02, 2009
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1 comentario:
nenitaaaaaaaaaa
ves los veinteañeros son lo de hoy!!!
Uy!! sí, eso siempre alimentará el ego!!
=D
la ahora solo fría y calculadora (me quitaron el bonita bu!!)
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