Le había sugerido ir a comer al Cabo Grill de Gómez Morín a lo cual le gustó la sugerencia. Al salir se acordó de otra opción y me dice ¿se te antojan tacos de camarón?, podemos ir a "El Pescadito" que está en Leones, ¿te parece?, claro que me parecía, un lugar nuevo por conocer. Quedamos de vernos en mi casa para irnos en un solo carro, al llegar por mí, ya estaba atendiendo su teléfono, todo parecía indicar que la hacía de doctora corazón, un caso vicioso, como en la mayoría de las relaciones, un caso no definido y complicado; terminó la llamada y se sentía un poco perdida, no encontraba el restaurante, muy marca Tita, a lo que decide llamarle a F porque él fue quien la llevo y sí, cuando se le necesita no está y este está cuando no se le necesita, en fin, nunca le contestó la llamada, se sentía perdida y hambrienta, el Cabo Grill de Cumbres estaba cerca, decidimos llegar de una vez ahí.
Nos estacionamos justo a lado de un carro amarillo y que a ella medio se le caen los chones y me dice es el carro de R y le pregunto, ¿estás segura?, no, me responde, este tiene vidrios oscuros. Nos estacionamos justo al lado, nos bajamos y sólo dice, sí, sí es el de él, ¿cómo sabes?, le pregunto, por la calcomanía, me responde; ¡hay que rayarle PUTO!, le dije y ella ya estaba pronta, mi sugerencia de broma ya estaba ella lista con las llaves.
¿Quieres entrar?, le pregunto, si quieres nos vamos a otro lado, le volví a ofrecer, ella no quiso, todo parecía que lo tenía superado. Llegamos, pedimos mesa y me ofrecí a echar un ojillo al restaurante a ver si lo veía por ahí: mis ojos ciegos le dijeron que no, no se veía. La terraza estaba prácticamente vacía por lo que tan pronto como pudieron (que no fue tan pronto) nos acomodaron ahí, al escoger nuestra mesa sólo la veo que me pela los ojos y me dice ahí está. Utaaa!! No tardó en reclamarme de manera sarcástica pues qué buena buscadora fuiste. Hasta eso no estaba molesta ni nerviosa, bueno, quizás un poco de esto último sí, pero pues estaba más divertida que nada, dice que al entrar él la ve y le presenta su carota, evidente: yo no lo vi.
Yo necesitaba ir al baño y lavarme las manos (esa obsesión mía de siempre tener las manos frescas), pasé justo al lado de él, ya que estaba al lado de la puerta y el joto culero literal sumergió su cabeza para no verme, si hubiera podido se escondía bajo la mesa; su acompañante, una joven y equis mujer, un poco naca, por traer playera de equipo de fútbol. Regresé a la mesa y le conté a ella lo sucedido, le dije que me habían dado ganas de decirle "¿pues no que eras puto?", claro, para que su joven acompañante y próxima víctima lo supiera y así desenmascararlo de sus mentiras, en fin, pobre mujer, ella sufrirá.
Llegó el turno de mi hermana ir al baño y pasó a lado de él, el muy descarado tiene los huevillos de exclamarle "Tita!" en un tono amistoso, sí, como si fueran amigos y claro, la cara de confusión de su nueva pareja y más de mi hermana, que más que confusión era molestia, ¿cómo se atrevía a saludarla como si nada hubiera ocurrido, con ese cinismo que a él se le caracteriza?
"Bien sabe el diablo a quién se le aparece", le dije a mi hermana, este pinche joto sabe perfectamente que no se atreve a darme la cara porque yo sí lo enfrento, sabe que sí le digo sus verdades sin importarme con quién esté y claro que este pendejo sigue jugando su juego contigo, concluí.
Mas tarde me le quedé viendo, el joto culero literal no pudo soportar mi mirada, se puso super rojo y volteó a otra parte, seguro se hizo culito, sin embargo me gustó el juego y lo seguí intimidando y él prosiguió el juego cuando se dio cuenta que estábamos en ello, me sostenía la mirada, no sé qué creía, sólo cuando una persona pasaba y nos interrumpía la mirada yo aprovechaba para darle una mordida a mi taco de salmón. Por un rato su nueva víctima salió al baño y fue ahí cuando nuestras miradas sólo trataban de intimidar uno al otro.
De lo único que me arrepiento es no haberle hecho la señal de "puto" desde mi mesa.
Al final de la comida, mi hermana se sentía bien, me dijo que era prueba superada, que pudo comer sin que se le revolviera el estómago y sin que se indigestara, en verdad fue un gran progreso para ella.
Después fuimos por una nieve, sin dejar de reír de lo que nos había sucedido y le dije "todo por culpa de Ángel en distraerte al teléfono y de Fernando al no contestar el teléfono", claro, para que nos dijera dónde estaba el pejca'íto, como le nombró ella.
Más tarde ella me manda un mensaje que volvió a pasar por esos rumbos y que el pej'caíto estaba más adelante, antes de llegar a Chilis, por lo que me dijo, "sí, todavía le faltaba tantillo, ni modo, era el destino", a lo que le dije que a ese momento, desde entonces, lo bautizaríamos como el destino pe'ca'íto.
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