Entre la segunda y tercera semana comí sushi y tomé menos de una cerveza, mi cuerpo ya la rechazaba. Al día siguiente, mi cuerpo también había rechazado el pescado crudo, al ver mi labio superior hinchado. Los olores se intensificaron cabrón. Fue cuando sabía que no podía estar enferma.
Para cuando preparé el pozole, la lechuga y el rábano fueron unos indicadores de que no servían para mi cuerpo, quizás para mi intestino. En casa de doña Martha al oler el salmón me provocó asco. Anoche, la leche que no suelo comprar, ya caduca, me supo con sabor exagerado.
Yo sabía que algo pasaba.
Ana me dice que estoy en el mes de gracia.
Mamadriana me dice que no debo de barrer.
Hay presencia moderada de dolores de cabeza. Los bochornos los tienen R y la chiva loca. Gracias hermosas mujeres.
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