domingo, julio 24, 2011

Del Gato Puteado

El gato puteado apareció por primera vez un día antes de que el marido y yo nos fuéramos de luna de miel, mmm, sí, ya recuerdo, creo un día después del cumpleaños de doña Pelos prófuga, aún estaba un poco pequeño y a los pocos minutos nos dimos cuenta que no era nada arisco, al contrario, completamente ladino.

He de recordar que en realidad a mi no me gustan para nada los gatos, pero este, es muy raro, me busca insistentemente cual los tradicionales chiquis, además, es muy demandante de atención.

Hay muchas cosas qué contar de él, como de lo más reciente, que vino a traerme "un trofeo" así como un "gran manjar" para que la embarazada se alimentara bien y, esto era, una asquerosa y desnutrida rata (al principio pensamos que era un ratón gigante, pero no, por la descripción, creo era una rata). En ese momento estaba acompañada por mi hija Dany y ella fue quien se percató de este hecho cuando lo vio llegar: primero escuché un tierno "ahhhh, ahí viene el gato"..... para que dos segundos después gritara como asqueada y desesperada, "aaaaahhhhh!!!! gato cochino, gato asqueroso, trae un ratóooooooooon!!!!!"..... en fin, esa fue otra historia divertida para recordar.

Aquí lo importante es que el Gato Puteado se ganó su nombre a pulso; al principio no sabía cómo llamarle, no sabía si era gato o gata, por lo que el nombre de Micho es más común que un elotero en una plaza mexicana, así que pues hasta que descubriera su sexo sería, ya fuera, Adela o Adelo (por Adela Micha).... más tarde, su nombre quedó en Adelo. Sin embargo el triste gato, siempre llegaba con lesiones nuevas cada vez que llegaba: con la pata rajada y sangrando, con un pedazo de piel colgando, con más sangre escurriendo desde la cabeza, con rasguños, con cortadas, con infecciones, en fin, siempre llegaba puteado el pobre y no inspiraba más que llamarle por su nombre: Gato Puteado.

Después del conejo shower, Liliana me acompañó hasta el penth house del barrio del chavo del 8 para amablemente ayudarme a cargar las cosas a la gordis (que soy yo), después del rato que estuvo, cuando ya se iba, me preguntó, "oye, ¿y el gato?" a lo que le respondo, "no se, tiene como una semana de no venir, desde el viernes pasado que llovió y no lo pelé", acto inmediato se escucha su demandante "miaaaaaaaau!!!!-miaaaaaaaaau!!!". Esta es más bruja que Hermelinda linda, ya que hizo el efecto chiquis: lo mencionas una vez y aparece y sólo me grita por el pasillo, "ahí va".... mmmm, qué me quedó mas que "agradecer" que llegara ese gato. Se me hizo raro que tardara tanto en llegar pero aún y así lo esperé mientras seguía gritándome con demasiada presión. Finalmente llegó y, en efecto, nuevamente llegó puteado, ahora, cojeando con la pata delantera izquierda. En definitiva, este cabrón se va a pelear o qué se yo pero siempre viene a esta morada a refugiarse. Me dio lástima, pobre animal, se veía que con mucho esfuerzo venía hasta acá por un poco de comida así que le saco sus croquetas y un poco de agua.

Y así llegó el domingo y el lunes, que lo vio mi hermana y se le partió aún más el corazón, tanto que también ya se lo quería llevar al veterinario, por lo que acordamos que hasta el día siguiente, martes, si el Gato Puteado llegaba a la hora de la comida, pues nos lo llevaríamos a la veterinaria que está a la vuelta y, así sucedió. Sólo se los dejé, que lo revisaran, bañaran, vacunaran y demás, que tenía prisa (por irme a mi casa nuevamente, pero ahora a dormir) y que lo recogería hasta las 7:30 de la tardenoche, que sería cuando ya estuviera de regreso.

Finalmente llego por el gato y me dicen que no trae nada pero insisto que lo revisan y sí, le encuentran la pata lastimada, inflamada, que seguramente se accidentó por andar de peleonero (ahhhhh tan tierno que se ve.... este también es "el de los pleitos"), así que le pusieron un desinflamatorio o algo así, pero cuando voy de salida un niño va corriendo tras de mi para abordarme y preguntarme que cómo se llama ese gato, que porque tiene uno igual que se va de su casa seguido.... sí claro, como si dándole el nombre fuera a resolver la incógnita de que si era o no el suyo; pero pues todo parecía indicar que sí era suyo, lo bajé a sus brazos, lo tomó y salió corriendo sin decir ni siquiera "gracias".

Mmmmm, me sentí rara, por un lado feliz de saber que el Gato Puteado tenga un hogar (que seguramente ha de tener un chingo más), pero pues por el otro lado también me sentí solita, pensé que no lo volvería a ver, pero pues el marido hizo por consolarme que apostaba lo que fuera porque ese gato volvería y, así fue, al día siguiente seguía igual de puteado arriba del techo, me dio gusto volverlo a ver, pero no lo pude pelar, estaba yo ocupada otra vez y nuevamente se ofendió y no regresó hasta semana y media después, que lo escucho en el patio trasero, reclamando mi atención.

Fue lindo volverlo a ver, fue una de las pocas veces que me siento a darle atención y cariño y el gato lo aceptó con gusto, tanto que hasta movía la cola y trataba de embarrarse en mi como lo hacen los mininos, pero no, eso no me gusta así que lo quitaba. Me quedé en la mecedora de la terraza un rato y él fue a acostarse en un trapo húmedo que estaba a un lado mío, para también descansar y por qué no, echarse una jeta también.

Me iré a casa de mis papás a terminar de cocinar el bollito que llevo dentro y el gato puteado, creo que no lo veré más, salvo que coincidamos en el depa para el día de la mudanza que aún no se cuándo vaya a ser.

Veré si la persona interesada en "adoptarlo" se lo lleva, aunque sería como una broma de mal gusto, porque no creo les dura mucho tiempo este gato ahí; quizás el Gato Puteado tenga un hogar más en la lista, porque como bien me dijo el marido, "los gatos no tienen dueños" y pues estos también adoptan a quienes ellos les de su regalada gana, no al revés como sucede generalmente con otras mascotas.

Adiós o hasta pronto Gato Puteado.

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