Hace unos días, durante la comida, platicábamos sobre los tatuajes: que si el ritual de ponerte uno debe de ser con dolor, si se debe de disfrutar, etcétera.
Yo pensé: yo soy masoquista pero de otra clase, creo ser masoquista en pocas ocasiones, pero más bien con un dolor mental (donde yo lo puedo controlar), más que un dolor físico (es probable que lo pueda controlar también, pero necesitaría muchísima concentración). El caso es que pensando en mi cama, tomé la desición de ponerme bien buena para poder lucir un tatuaje del lado derecho, entre mi pierna y cadera. Pero, ¿qué me tatuaría? pensé y pensé... y después de un rato, llegué a la conclusión de tatuarme la firma de algún pitor que haya pintado mujeres hermosas o musas, en pocas palabras, que haya pintado una "obra de arte". Sí, he estado trabajando en mi autoestima, y eso es lo que pronto seré, y no sólo una obra de arte corporal, sino también mental.
Pero qué presunciosa sueno.
Sí, seré como una obra de arte, y aún no se si sea la firma de Boticelli o de Gustav Klimt, quien el primero pintó la belleza del Nacimiento de Venus y sus famosos ángeles y el segundo a tantas divas y representaciones femeninas muy sensuales.
Cuando decida ponerme un tatuaje no será con dolor, pediré anestesia, y como no quiero que sea permanente, será con pintura vegetal... si me llegara a gustar y si lo llegara a extrañar después de que permaneciera unos meses en mí, me lo volvería a tatuar de por vida, y orgullosamente presumir que soy cual obra de Boticelli o Klimt, y hacer saber que alguno de ellos estuvo "aquí".
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