El viernes tenía ganas de ir al cine y fui. Vi la película "El descanso". Ya tenía ganas de ver una película así: hollywoodense, mezclado con buen humor, algo de romance y con buenos actores, quizás un poco panomovie, pero sólo un poco. Para eso me escapé temprano del trabajo, con el pretexto de comprarle un regalo a mi hermana por su cumpleaños además de que mi jefe ya no directo andaba en McAllen y no precisamente de shopping. Llegué temprano al cine para la función de las 5:50 y oh sorpresa fue la que me llevé: la plaza y el cine estaba repleta de pubertos y adolescentes en su pleno apogeo de querer llamar la atención de sus amigos o de su date, criaturitas gritando y bromeando a la manera que sólo la edad pubertina lo sabe hacer y por supuesto que llegué a la taquilla del cine de una manera calculadora para no recibir un golpe accidental producto de los empujones juguetones que se dan entre ellos. "A la defensiva" fue la manera que me desplacé de la taquilla a la sala mientras me dirigía a ella, un grupo de cinco pubertas iban delante de mi, me dije "no creo que vayan a la misma función que yo, no les interesaría" y mokos!!!! que entran a la misma sala a la que yo iba, ni hablar, a aguantarme, ya el boleto estaba comprado y de cualquier manera tendría que pagar el estacionamiento en caso de que quisiera regresar más tarde.
Hacía mucho tiempo que no iba al cine en viernes y en ese horario, por lo que se me había olvidado por completo que son los días y horarios invadidos por chavitos pubertos y adolescentes, de qué me quejo, si yo también fui una.
Ya una vez dentro de la sala, levanté la mirada para repasar rápidamente si la ubicación en la que me gusta sentarme estaba vacía y para esta ocasión tuve que levantar las antenitas para que además de ubicar un buen asiento en la zona de mi preferencia, no estuviera rodeado por pubertos escandalosos y así fue, afortunadamente elegí un buen lugar, aunque acepto que esas personitas estaban espacidas por todos los lugares, era casi imposible evadirlos, así que por método de descartar aserté por escoger el lugar donde estuvieran las criaturitas más silenciosas.
Para la desdicha de una pareja ya mayor, atrás de ellos estaban un grupo de adolescentes de esos que hablan fuerte y no se callan, que contestan llamadas de su celular sin discresión, lanzan palomitas y platican sobre cualquier otro tema no relacionado a la película y que además se ofenden si los callan. El pobre señor se la pasó gritando no más de 9 veces durante toda la función "¡¡¡Ya cállenese!!!".
Esa función me recordó no volarme las horas de trabajo en viernes para ir al cine.
Y hablando de la película, la verdad debo de confesar que me gustó y me gustó más porque tenía muchas ganas de ver una película así, además porque me identifiqué en la escencia que Cameron Díaz decide no pasar la navidad en la misma ciudad en la que vive su ex pareja, tal y como había yo había decidido no pasar año nuevo en Guadalajara el 31 de diciembre del 2004. Hubo una parte de la película que me conmovió un poco y me hizo llorar. Y fue ahí cuando mi concentración se dividió en dos, una viendo la película y la otra pensando lo mucho que disfruto ver una película en el cine y sobre todo si lloro por ella, ya que últimamente no me he permitido llorar por mi ni por otros y por eso le lloro a esos personajes de películas ajenos a mi vida, llorándoles porque no considero que tener una razón por qué llorar, así que sólo llorar por y para ellos.
Esta cuestión del llorar aún no la puedo describir muy bien, pero qué bien se siente!!!
1 comentario:
A eso se llama catarsis mi querida nena... catarsis...
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