jueves, abril 26, 2007

Mi papá y yo

Una semana después de esa carta de mi madre, mi papá estuvo un tanto insistente en encontrarme en el depa, el pretexto: ver lo del seguro de mi auto.

Fue hasta la segunda semana cuando al fin logró contactarme, estaba yo en el parque con doña Pelos, paseándola, por supuesto, cuando recibí su llamada, diciendo que estaba por mi casa saliendo de la peluquería, que si yo estaba ahí para pasar conmigo a platicar, le dije que no, que estaba en el parque, que acababa de llegar y que si quería acompañarme y me respondió que sí.

Al rato llega mi papá y empezamos a caminar, platicando de cómo iba con los trámites de la casa de mi abuela recién fallecida, le platiqué sobre la serie de six feet under, de cómo empezaban cada capítulo, narrando la muerte de un personaje ajeno al programa y me platicó de un accidente muy similar que ocurrió en una planta en Santa Catarina, pero que al parecer este fue provocado por las envidias de los compañeros de trabajo de la víctima.

A partir de ahí, su plática se fue concentrando en esto último: las envidias. Tuvimos una plática de como tres horas como nunca habíamos platicado. Me contó su mala experiencia en su anterior empleo donde le pusieron un "cuatro" para que lo corrieran antes y no le dieran lo correspondiente a su jubilación. Me contó puras ojetadas y que lamentablemente así sucede en todos lado, tanto empresas privadas como gobierno. Fue por ello que me sugirió que no dependiera tanto de los empleos, lo ideal sería un negocio propio, en fin, fue una conversación un tanto inteligente, me gustó haber platicado con él. Lo quiero mucho.

Después me mandó un libro que me lo enviaba mi mamá, sólo me reí y lo rechacé, él tampoco hizo mucho porque yo lo tomara, a lo que sólo le dije "mi mamá anda muy loquita". La platiqué un poco de las inquietudes y loqueras de mi madre, me dijo que no hiciera mucho caso, que él tampoco la entendía, sólo me consoló diciendo: ni hagas mucho caso, que quien tiene ue vivir von ella soy yo. Gulp!!! qué fuerte!

miércoles, abril 18, 2007

Carta de una madre mártir... a su hija

Todo tiene un límite, así también tengo un límite con mi paciencia, trato de no darle mucha importancia alos asuntos que creo que no pueden ir más allá, pero cuando se sobrepasan, como sucede con mi madre, estallo. Soy de lo peor, soy una ojete de lo peor, pero me cae que como bien dicen, la burra no era arisca, la hicieron, así yo, no era tan ojete, pero mi madre no me deja otra escapatoria, prefiero tomarla como es, una de sus rachas mártires y protagonistas, mientras, prefiero hacer que la carta que me escribió, sea perenne en este espacio cibernético. No cabe duda, como bien dijo Jaime, ella sólo lo que quiere es vivir la vida que no es suya.
Monterrey N.L. a 14 de abril/07
3:05 A.M.
Celina:
No cabe duda que Dios está conmigo, con esta ingrata que ni a Misa Va, pero que sigue creyendo en Él como siempre, desde la infancia en la que mi madre me inculcó el amor y respeto a Dios; te digo esto porque buscando una coneja de hule, plástico, papel, peluche, de lo que fuera, para adornar la canasta de Pascua para los nietos y que por cierto no encontré nada me topé, en Plaza la Silla, con este libro que me llamó la atención, por la chica de la portada, pues me pareció casi tan bonita como tú y después de leer el título que no me decía gran cosa, revisé el índice y decidí comprarlo y leerlo, a pesar de costar caro y no gustarme mucho la idea de leer; y quiero que sepas que doy gracias a Dios, porque es lo que estaba necesitando para comunicarme contigo. Aún no termino de leerlo y ya quisiera que lo tuvieras en tus manos y lo leyeras, pues dice todas las cosas bellas que nunca antes he podido decirte y me ha abierto la mente y me la "miento" por no haber tenido el valor, y sí la torpeza de no defender mis convicciones. Perdóname, porque con este error mío mandé al carajo la educación moral que debí darles a todos mis hijos incluyéndote principalmente a tí y ahora estoy pagando mi error, por eso vivo angustiada y desesperada por las cosas que te pasan.
Bien lo dijo una vez el padre Lorenzo en una Homilía: "Los errores de los hijos son culpa de los padres".
Perdóname mi hijita, no es tu culpa las cosas que te pasan ni las decisiones malas que hayas tomado, son por nuestra culpa, y más mía por haberlo permitido, te pido perdón nuevamente y permíteme enmendarme, dame la oprtunidad de ayudarte a encontrar esa felicidad que tanto mereces y estás luchando por encontrar.
Quiero que leas el libro, para que sepas todo lo que he estado callando por sentimientos tan encontrados y miedos mal entendidos, desde que eras apenas una dulce adolescente sin la experiencia ni dirección de tus padres. Déjame mostrarte cuánto te quiero y quiero que seas feliz.
Te ama tu Mamá.
Lo malo es que ella no tiene ni idea de lo feliz que soy y ni cuenta se dio del momento más agonizante de mi vida. Ella no sabe que parte de mi felicidad es que ella no se entrometa en mi vida. Podría yo leer su libro, si ella aceptara leer un libro que le sería de utilidad, creo que sería un intercambio justo.

martes, abril 17, 2007

Muerte gaseosa, gasificada o sólo por gas natural

Ya me hace mal ver tanto Six Feet Under, casi proyecté mi propia muerte. Ayer, al despertar, se me había olvidado que había dejado desde anoche encendido el horno, cocinando el pastel de atún que traería a la oficina para comer. Me asusté, en verdad me asusté, con cualquier vientecito que se hubiera colado a la cocina, se pudo haber apagado la llama y haber presentado una fuga de gas y haber muerto mientras dormía. Aforunadamente no nos pasó eso ni a doña Pelos ni a mi, sólo fue una adevertencia. Como había dormido a puerta cerrada, el olor no me llegó y al salir del cuarto me llegó un olor fuerte parecido al chocolate, pero era el atún quemado. Adiós comida. Me compraré un horno eléctrico.
Hoy es el cumpleaños de mi nena. Le deseo un feliz cumpleaños y mis mejores deseos aunque ella no tenga la felicidad suficiente para festejarlo. La quiero mucho y espero que se olvide por un rato de sus penas.
La Carmela quiere apoderarse de su espacio y gozarse ella sola, tal y como Regina lo empezaba a disfrutar desde hace un año y que aún no piensa en dejar ese vicio de vivir ella sola.